
vez seas una de esas personas que no está a salvo de esas pequeñas bolitas de pelusa que deciden instalarse en tu ombligo, pero, ¿por qué ocurre esto?
El
científico y mediático divulgador sueco Karl Kruszelnicki llevó a cabo un estudio sobre el
tema a
finales del año 2000, gracias al cual ganó el Premio
Ignobel en
el 2002. La pregunta surgió en su programa radiofónico sobre ciencia y a partir
de ahí la cadena de comunicación australiana ABC realizó una encuesta de 19
preguntas (con análisis de muestras incluido) que respondieron más de cuatro
mil personas para poder establecer unos parámetros de comportamiento y llegar
así a conclusiones determinantes.
De
acuerdo con su teoría, la pelusa del ombligo se compone principalmente de fibras
de ropa, mezcladas con piel muerta y algo de vello, que son capturadas por el
pelo alrededor del ombligo.
Según
los resultados de su encuesta, hay más probabilidades de tener pelusilla si
eres hombre, mayor, peludo y tu ombligo está hacia dentro; las mujeres tienen
menos pelusilla porque su vello corporal es más fino y corto.
También
se determinó que el color de la pelusa refleja tu tono de piel (es más clara para gente
de piel clara) y que no hay relación entre la producción de pelusa y la
constitución general de la persona; asimismo, el 37%
de los encuestados refirieron que el color de su pelusa era igual al de su
ropa, aunque resulta inexplicable que algunos presentaran un color que no
estaba en sus prendas.
Años
más tarde, en 2009, el químico austríaco George Steinhauser publicó otro estudio al respecto en la revista Journal of Medical Hypotheses.
Mediante el análisis de 503 pelusas de su propio ombligo descubrió que el vello
de alrededor atrapa las fibras de algodón de la ropa y demás componentes de la
pelusa (restos de piel muerta, grasa, sudor y polvo) dirigiéndolas al ombligo
debido a la posición del pelo. El proceso se produce por el roce de abajo hacia
arriba y no a la inversa y suele tener un color azul grisáceo (posiblemente por
el extendido uso de tejanos), aunque puede aparecer de otros colores.
La
naturaleza escamosa del vello del abdomen hace que la adherencia sea alta. Para
evitarla recomienda usar ropa vieja que desprende menos fibras que la nueva o
afeitarse la zona en cuestión, e incluso un piercing es efectivo a la hora de
prevenir el alojamiento de este molesto inquilino.
¿Y tú, guardas algo en tu ombligo?
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