A lo largo de gran parte de
las décadas de los 80 y de los 90, las aventuras
gráficas fueron un género
idolatrado por muchísimos usuarios. Se trata de una clase de videojuegos basada en la búsqueda de objetos, resolver rompecabezas
y conversar con distintos personajes para obtener nuevas pistas. Con este tipo
de juegos se pueden pasar horas y horas dándole vueltas a la cabeza para dar
con la solución.
En la actualidad, el número de títulos que aparece en el mercado
es muy bajo, y desde un tiempo a esta parte ha variado en demasía el estilo
que los caracterizaba, algo que les ha hecho perder fuerza, calidad y originalidad,
sobre todo con la desaparición del sistema point-and-click (apuntar y hacer
click) dando paso al diseño en 3D, más incómodo a la hora de interactuar con los
elementos del escenario.

La primera entrega de la saga King’s Quest (1984) está
considerada la primera aventura gráfica de la historia, aunque la edad dorada
del género comenzó, probablemente, con Indiana Jones y la última cruzada
(1989), videojuego de LucasArts basado en la película de título homónimo que
por primera vez introducía la acción de “hablar”, con diferentes respuestas
posibles a elegir; además, sentó las bases de los éxitos posteriores de la compañía.
Y es que Monkey Island (1990) y Monkey Island 2 (1991), los
dos de LucasArts, son, sin lugar a dudas, las aventuras gráficas más admiradas
de todos los tiempos. Las peripecias de Guybrush Threepwood en estos títulos
tienen un nivel tan alto que aún no se ha llegado a superar y, seguramente, no
se hará jamás. Asimismo, desde 2009 y 2010,
respectivamente, se puede jugar, incluso en los smartphones, a nuevas versiones
de ambos en alta definición, con diversas mejoras gráficas y sonoras; una demostración
más de que no solamente son dos obras maestras, sino de que este tipo de
juegos deben volver al sistema point-and-click.

No obstante, con la llegada del siglo XXI se empezó a innovar en el
género, y con la introducción del diseño en 3D se decepcionó a la mayoría de
los jugadores. Así, por ejemplo, la exitosa saga de Monkey Island -que en 1997
tuvo una genial tercera entrega- fracasó con su cuarto título, que incorporó
esta, entonces, novedosa aunque desacertada técnica.
En este sentido, si se pretende revitalizar esta tipología
de videojuegos que se ha visto al borde del abismo, el objetivo debe ser
retornar al sistema que los caracterizaba en su mejor época y que tantas
alegrías dio a más de uno. De momento, en los pocos títulos que se lanzan, como
The Cave (2013), se vislumbra una cierta vuelta a los orígenes; pero, por
ahora, no son lo que eran. Ojalá regresen.
Artículo publicado en La Provincia.
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