martes, 15 de mayo de 2012

Felicidad: materia prima

En el Reino de Bután, situado en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya, el sueldo medio de la nación, con aproximadamente 700.000 habitantes, equivale a unos 110 dólares mensuales, y la mayoría de los butaneses no generan lo suficiente como para pagar impuestos; con lo cual, el ingreso anual produce un superávit de apenas unos 200 dólares. Aún así, es considerado por la revista Business Week como el país más feliz de Asia y el octavo más feliz del planeta. ¿Cómo es esto posible?

Para empezar, porque el dinero no da la felicidad, y esto es algo que los butaneses se han tomado al pie de la letra. Tanto es así que han establecido en Bután un modelo en el que se sustituye al Producto Interior Bruto (PIB) por la llamada Felicidad Interior Bruta (FIB), como mejor medidor para conocer la situación de los habitantes.

La Real Academia Española de la Lengua define la felicidad como «estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien», algo con lo que en este país asiático seguramente no estarían de acuerdo, pues el FIB se basa en indicadores tales como el acceso de los ciudadanos a la asistencia sanitaria, el tiempo que pasan con sus familias o la frecuencia con que practican sexo.

De ahí la importancia de la Resolución 65/309, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y por la cual el pasado 2 de abril Bután pudo ofrecer una conferencia al respecto, reconociéndose así la importancia de la felicidad como objetivo y anhelo universal, y aspirándose a que la futura unidad de medida sea el FIB.

Aunque probablemente a este proyecto no se le ha dado la relevancia mediática que merece, lo cierto es que el de los butaneses es un modelo que, al menos, se ajusta mejor a la hora de conocer el bienestar de los ciudadanos. Aún así, no se debería desconsiderar la importancia del PIB, que, aunque también es utilizado en la sociedad capitalista en que vivimos para tratar de medir ese bienestar, nos ofrece asimismo información fundamental sobre la economía de una región.

Por fortuna, la ONU sí que le ha dado la importancia necesaria al asunto, y ya veremos si en un futuro no muy lejano se acaba implantando como modelo de medida de nuestro bienestar, por qué no, conviviendo con el propio PIB.

A pesar de las dificultades que puedan presentarse para llevarse a cabo, sobre todo por el contraste con el punto de vista occidental, tendría que ser un proyecto que acabe estableciéndose. Porque, al fin y al cabo, ¿qué hay más importante en este mundo que la felicidad?

Artículo publicado en el Canarias7: http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=260939